LO QUE UNE EL INSTITUTO QUE NO

LO SEPARE EL HOMBRE..., NI LA MUJER
Tirilla, Alcedo, Sito, Mawi, Blanquita, Mariángeles, Yolanda, Amparo, Martina...posan en el Picacho para la eternidad en la cámara de Paco. En cuarto de ESO la listas impusieron que Martina se separa de sus inseparables amigas. El ogro no cedió (con el tiempo Sancho el fuerte se convertiría en Sancho Panza) a los ruegos, a las súplicas, a los llantos e incluso a la intervención divina, vía Próculo. Al año siguiente se volvieron a encontrar y además de ser trillizas en la calle, lo volvieron a ser en la clase. Recuerdo que en Granada fueron como el misterio de la Santa Trinidad, tres personas que eran una sola.  Se confirmó aquello de que la distribución por grupos no termina con las amigas, al contrario las amplia. Después la vida separa, vuelve a unir o vuelve a separar... pero como esas amistades que se producen en la adolescencia, esta claro, que esas, no se vuelven a dar. Es obvio que estamos hechos de tiempo y que ese tiempo a estas edades lo domina mayoritariamente los amigos y las amigas. Por eso no se puede acabar nunca el espíritu de esas amistades que se unen en el Instituto. Y ya no digamos si la cosa arranca desde el colegio o la guardería...