Tema 6.- El mercado de trabajo

1. Los componentes del mercado de trabajo

Este mercado tiene un interés especial porque lo que se intercambia es el trabajo, una parte esencial de la vida de las personas. De él dependen los ingresos y las condiciones profesionales y laborales, que a su vez determinan, en gran parte, la calidad de vida y la satisfacción de los ciudadanos. 


En el lugar de trabajo la mayoría de las personas pasamos la mitad de nuestra vida, una vez descontadas las horas de descanso. De aquí la enorme importancia que tiene sentirnos realizados en el mundo laboral: en él establecemos relaciones sociales con los compañeros, acatamos y ejercemos la autoridad, desarrollamos la carrera profesional... en suma, es la fuente de una parte muy importante de nuestras aspiraciones personales y sociales, de nuestra felicidad.   

El trabajo es la aportación, física e intelectual, que realiza el ser humano a las actividades económicas. La remuneración que reciben los trabajadores a cambio es el salario.

La Economía considera "trabajo" solamente el esfuerzo aportado a cambio de un salario, es decir, su aspecto productivo. Si una persona realiza un esfuerzo sin remuneración, como es el caso del trabado doméstico o el voluntariado, la Economía la considera como laboralmente inactiva, no perteneciente al mercado laboral. A partir de esta concepción, se clasifica a la población total de un país en función de su pertenencia y posición en el mercado de trabajo:
  • Población de 16 o más años: población total en edad legal para trabajar.
  • Población activa: población total en edad de trabajar y que quieren trabajar. Se distingue entre:
  • Población ocupada: personas activas que tienen un trabajo, por cuenta propia o ajena.
  • Población desempleada o parada: personas activas que buscan trabajo pero no lo consiguen.
  • Población inactiva: personas en edad de trabajar pero que no buscan trabajo: jubilados, estudiantes, personas dedicadas al hogar, etc.















1.1.- La oferta y la demanda de trabajo
El trabajo es el factor productivo fundamental de la actividad económica, y es propiedad de las personas, que lo ofrecen a las empresas por un salario. Al contrario de lo que ocurre en los mercados de bienes y servicios, la oferta de trabajo la realizan los trabajadores, y no las empresas.



Las empresas, por su parte, hemos visto que necesitan los factores productivos para desarrollar su actividad de producción. La demanda de trabajo, por tanto, la hacen las empresas, junto con el resto de factores. Debido a la dependencia directa entre la cantidad de ventas y producción de las empresas y la demanda de trabajo, se dice que ésta es una demanda derivada (de las ventas de las empresas, claro).

Tenemos así los elementos básicos de cualquier mercado, la oferta y la demanda. La interacción de ambas da lugar al precio y a la cantidad intercambiada, en este caso, el salario y el número de trabajadores contratados.

La relación laboral se establece mediante el contrato de trabajo o acuerdo mediante el que el trabajador se obliga a realizar, personal y voluntariamente, un trabajo bajo la dirección del empresario, a cambio de una remuneración, el salario.

El problema de la relación laboral es que las fuerzas están descompensadas a favor de la empresa, con mayor poder para establecer las condiciones de esa relación a la parte débil, los empleados. Éste es el motivo por el que surgieron, con la revolución industrial, el movimiento obrero y los sindicatos, con el fin de compensar en la medida de lo posible el poder del empleador, la empresa. Y la presión sindical consiguió paulatinamente la regulación estatal de este mercado vital: salario mínimo, jornada laboral máxima, seguridad social, condiciones de higiene y seguridad, etc.

Pero, ¿qué clase de mercado es el del trabajo? ¿es un mercado perfecto? Sin indagar mucho, a simple vista, podemos ver que las condiciones de la competencia perfecta, del mercado ideal, no se cumplen:
  • El bien intercambiado, el trabajo, no es homogéneo: los trabajadores tienen distinto nivel de cualificación y los puestos de trabajo difieren en sus características básicas.
  • Existe poder para influir en los salarios y otras condiciones laborales a través de las negociaciones colectivas entre las empresas y los sindicatos. El Estado también interviene estableciendo la legislación laboral.
  • Hay barreras a la movilidad, a la posibilidad de cambiar de trabajo.

A pesar de las imperfecciones del mercado de trabajo, es útil estudiarlo desde la perspectiva de la competencia perfecta, suponiendo que se cumplen todos sus requisitos. Este análisis nos ayudará a comprender cómo se determinan las variables fundamentales: salario y número de trabajadores.

La oferta de trabajo o cantidad de trabajo que se ofrece en una economía depende de:

  • El volumen de la población activa: a mayor población, mayor oferta.
  • El número de horas que cada persona está dispuesta a trabajar, que depende básicamente del salario: a mayor salario, mayor disposición a trabajar, y viceversa. Esta relación da lugar a una curva de oferta creciente. Sin embargo, a partir de un nivel salarial suficientemente alto, muchas personas prefieren trabajar menos y disfrutar de más tiempo libre, haciéndose decreciente la curva de oferta.
La demanda de trabajo representa la cantidad de trabajadores que las empresas están dispuestas a contratar en función de:
  • Las expectativas de ventas, que a su vez determinan los  planes de producción de las empresas: a mayor producción, mayor demanda. En este sentido, se dice que la demanda de trabajo es unademanda derivada de la demanda de bienes y servicios.
    El salario, que constituye una parte importante del coste laboral de las empresas: a mayor salario, menor demanda, y viceversa.
  • El precio de otros factores sustitutivos: si existen sustitutivos a menor precio, disminuye la demanda, y al revés cuando son más caros. Hay que recordar que la empresa siempre elige la combinación de factores más eficiente, la que consigue una determinada cantidad de producción con el menor coste.
    La productividad del trabajo: cuanto mayor sea la productividad del trabajo, mayor será su demanda, y al contrario, menor productividad lleva a una menor demanda de trabajo.

Bajo estas condiciones de mercado de trabajo perfecto, se puede representar la oferta y la demanda en función del salario, ceteris paribus, de la siguiente forma:


El equilibrio del mercado viene dado por el punto en el se cortan las curvas de oferta y demanda: el salario de equilibrio (S*) es aquél para el que la cantidad de trabajadores dispuestos a trabajar, coincide con la cantidad que las empresas quieren contratar (N*).


Así pues, la teoría económica trata el trabajo como una mercancía más, y su mercado funciona igual que cualquier otro. Si el salario se sitúa por encima del de equilibrio, se produce un exceso de oferta (excedente de trabajo) que presiona al salario a la baja, hasta restaurar el equilibrio. Lo contrario sucede cuando el salario es inferior al de equilibrio y hay un exceso de demanda o escasez de trabajadores, que hace subir el salario.


Las curvas de oferta y de demanda de trabajo se desplazan cuando cambia alguna de las variables que las determinan diferentes al salario. Si, por ejemplo, se incrementa la población activa, la oferta se desplaza hacia la derecha, reflejando el aumento de la misma.

 

2. La productividad y los salarios

El mercado de trabajo real no es un mercado perfecto, entre otras cuestiones porque el producto que se intercambia, el trabajo, no es homogéneo. No se puede, por tanto, hablar de un mercado de trabajo único, sino de muchos mercados de trabajo, uno por cada profesión o especialización. 

Y las disparidades salariales entre unos y otros pueden ser enormes: desde el mercado de futbolistas, donde los salarios son altísimos, hasta el de los albañiles, con salarios mucho más bajos, pasando por las distintas profesiones y ámbitos (médicos en la sanidad pública o privada, ingenieros, fontaneros, etc.).

Otra diferencia salarial importante es la que se da en función del sexo, a la que se suele denominar brecha salarial entre hombres y mujeres. Según los datos del Instituto de la Mujer, en el año 2008 esta brecha era del 21,9% de media en España, es decir, que los hombres tienen, en promedio, un salario superior en un 21,9% al de las mujeres.

Pero detrás de las diferencias salariales suele estar la productividad del trabajo, que incide en la demanda.

La productividad del trabajo depende fundamentalmente del nivel de cualificación de los trabajadores (formación y experiencia) y de la tecnología utilizada (bienes de capital y organización productiva).  En las últimas décadas, en las economías más desarrolladas, el gran avance tecnológico ha hecho que la productividad del trabajo mejore considerablemente. España, con un bajo nivel de educación y de tecnología, también la ha incrementado, pero aún no alcanza a los países más desarrollados de Europa. En este enlace a la web de Eurostat, la agencia estadística europea, se ofrece una comparativa de la productividad del trabajo de los países europeos en 2009, tomando como base 100 el valor medio en la Unión Europea de los 27 (UE-27): La productividad en Europa.
Una de las razones que explica la baja productividad laboral de España es el bajo nivel de formación de la población, como se aprecia en las siguientes tablas referidas a la educación secundaria superior (bachillerato y F.P. de grado medio):





En cuanto a la tecnología, también España se encuentra por detrás de los países más desarrollados de Europa. Si bien en las últimas décadas la situación ha mejorado, todavía queda un largo camino por recorrer en este aspecto: la mayoría de los sectores españoles están dominados por empresas multinacionales de capital extrajero que utilizan su propia tecnología.
Para medir el grado de desarrollo tecnológico en un país se suele utilizar como indicador el porcentaje de gasto anual en actividades de investigación y desarrollo (I+D) sobre el gasto total.

Sin embargo, la productividad del trabajo es más compleja que la explicación que proporciona la teoría económica. Así, aunque el salario depende de la productividad, también existe una relación inversa: la productividad del trabajo depende del salario.

Por ello, si el salario es muy bajo, la empresa ahorra en costes, pero puede ser que se resienta su productividad debido a que los trabajadores están desmotivados, al no encontrar un incentivo económico que recompense su esfuerzo. El mismo fenómeno puede ocurrir si las condiciones de trabajo no llegan al mínimo aceptable, o si los trabajadores no se sienten valorados por la empresa. 

En definitiva, la productividad del trabajo, el rendimiento de los trabajadores, tiene que ver con múltiples factores propios de la naturaleza humana, y aunque el aspecto económico es muy importante no es el único. Numerosos estudios han demostrado que cuanto mayor es el grado de satisfacción del trabajador, mayor es su productividad, luego la cuestión relevante es el estudio de lo que satisface a los trabajadores, además del salario.

3. El desempleo

El paro o desempleo se produce cuando existen personas que, estando en edad de trabajar, quieren hacerlo pero no encuentran un trabajo. 
Según la clasificación de la población que hicimos en el primer apartado, los desempleados son la parte de la población activa que no encuentra trabajo a pesar de quererlo y buscarlo.

El paro es uno de los problemas sociales más importantes de una economía. De hecho puede convertirse en un auténtico drama social, ya que quienes lo padecen suelen ser personas que no tienen otra fuente de ingresos. El no poder trabajar, además de causarles evidentes daños económicos, también conlleva en muchos casos sufrimiento psicológico y moral, afectando a la autoestima de la persona que lo padece.


Por otra parte, la existencia de desempleo tiene para la economía importantes costes económicos, porque implica una pérdida de producción potencial y un despilfarro de recursos productivos. Según el modelo de la Frontera de Posibilidades de Producción que vimos en el Tema 1, cuando hay paro la economía está produciendo por debajo de su capacidad y, por tanto, no alcanza la eficiencia.


La medición del paro

La medición del paro en España se lleva a cabo mediante dos procedimientos diferentes:
  • La Encuesta de Población Activa (EPA) que realiza trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se considera parada a toda persona de 16 o más años que no tiene trabajo y lo busca activamente.
  • El paro registrado mensualmente en las oficinas del Instituto Nacional de Empleo (INEM), que contabiliza sólo a las personas desempleadas que se registran en estas oficinas.
Las cifras del INEM son inferiores a las de la EPA, debido a que sólo cuenta a las personas inscritas como desempleadas. Sin embargo, suele ocurrir que aquellas que no encuentran un trabajo durante un largo periodo de tiempo, renuncian a la inscripción en el INEM. Por este motivo se consideran más fiables los datos de la EPA, que además están homologados a nivel internacional.

Para el estudio de la situación del mercado de trabajo se suelen emplear dos indicadores: la tasa de actividad y la tasa de paro.

La tasa de actividad (TA) es la proporción de población activa (PA) respecto a la población total en edad de trabajar (PT). Se calcula por cociente entre estas dos magnitudes, multiplicado por 100 para obtener el porcentaje sobre 100.


La tasa de paro (TP) es la proporción de población parada (PP) respecto a la población activa (PA). Se calcula dividiendo ambas y multiplicando por 100.




La tasa de paro en España es realmente alarmante, y está muy por encima del resto de países europeos. En el siguiente gráfico interactivo se puede observar la evolución de la tasa de desempleo en diferentes países de nuestro entorno en los últimos 20 años: pasando el ratón por cada una de las líneas y años se obtiene la tasa correspondiente.

En este enlace a la agencia europea de estadística, Eurostat, encontrarás un mapa con las tasas de paro de los distintos países en marzo de 2011: el desempleo en la Unión Europea (recuerda cerrar la pestaña después de verlo para volver al curso).


En cuanto a la tasa de actividad en España, el porcentaje de personas que tienen trabajo o lo buscan, tampoco es muy elevada en comparación a los países europeos.
 En este enlace a Eurostat, se muestra un mapa que compara las tasas de actividad en Europa en 2010: la actividad laboral en la Unión Europea.

La menor tasa de actividad en España respecto a otros países europeos puede explicarse por dos motivos:
  • Menor cantidad de servicios sociales (guarderías, cuidado de ancianos, etc.) y menos trabajo a tiempo parcial, que dificulta la incorporación de la mujer al mundo laboral.
  • Menor demanda de puestos de trabajo, que desanima a muchas personas y dejan de buscar trabajo, haciéndose estadísticamente inactivas.

4.- Las causas del paro

La teoría económica neoclásica explica la existencia de desempleo como un exceso de oferta de trabajo: para volver al equilibrio del mercado, habría que bajar los salarios hasta que coincidan la oferta y la demanda, desapareciendo el paro.





Según este enfoque, el problema que subyace al desempleo es la rigidez de los salarios, que impide que éstos bajen lo suficiente como para ajustar la oferta y la demanda de trabajo. La rigidez salarial proviene de dos factores: la acción de los sindicatos, que presionan al alza, y la del Gobierno, que establece un salario mínimo que garantice una vida digna a todo trabajador.


Bajo esta escuela de pensamiento liberal, la solución del paro pasaría por la liberalización total del mercado de trabajo. Es decir, la eliminación de la acción de los sindicatos y del Gobierno. 


La teoría económica keynesiana, por su parte, achaca las causas del desempleo, no al propio mercado de trabajo, sino al de bienes y servicios. La explicación es que la demanda de trabajo es una demanda derivada de la producción y ventas de las empresas: a mayor demanda de bienes y servicios, mayor producción y mayor demanda de empleo. Pero si la demanda de bienes y servicios disminuye, las empresas reducen su actividad productiva y también sus necesidades de trabajo, apareciendo el paro.


Además de las explicaciones de la teoría económica, existen otras causas del paro:
  • Desajustes entre la oferta y la demanda en relación a la cualificación: suele ocurrir que en determinados momentos el mercado ofrece una gran cantidad de una cualificación concreta pero las empresas no la necesitan en esa cuantía, generándose desempleo en la profesión. Es el caso de los albañiles o los arquitectos en el sector de la construcción.
  • El desigual reparto del empleo: a pesar de la regulación de la jornada laboral máxima, existen personas que están pluriempleadas o hacen horas extraordinarias sistemáticamente, mientras que otras no tienen trabajo. Si la distribución del empleo fuera más igualitaria, podría paliarse el problema del paro. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5. Política de empleo

La política de empleo es la intervención gubernamental en el mercado de trabajo con dos objetivos: la creación de empleo y la protección de los desempleados.


Las medidas para conseguir estos objetivos son diversas, y una vez más, los economistas discrepan en la eficacia de unas y otras. Se pueden resumir en los siguientes tipos: 

  • Actuaciones sobre la oferta de trabajo: no crean nuevo empleo pero reducen la tasa de paro. Entre ellas están la reducción de la población activa (jubilaciones anticipadas o retraso de la edad laboral), y el reparto del empleo existente reduciendo la jornada laboral (trabajar menos para que trabajen más personas) y fomentando el trabajo a tiempo parcial.
  • Medidas sobre la demanda de trabajo: van encaminadas a potenciar la actividad empresarial y, de esa manera, crear empleo. Incluyen incentivos a las pequeñas empresas privadas y al "autoempleo" (reducción de impuestos, subvenciones, etc.), e inversiones públicas generadoras de puestos de trabajo.
  • Formación de los trabajadores: actuaciones que tienen por objeto facilitar y mejorar la formación profesional de los trabajadores, especialmente aquellos con dificultades para acceder al primer empleo o para reinsertarse en el mercado laboral: cursos del INEM, programas de iniciación profesional, etc.
  • Servicios de información de empleo: tienen como fin intermediar de forma eficaz entre la oferta y la demanda de trabajo, facilitando su encuentro. Estos servicios no sólo informan, sino que también orientan y asesoran tanto a empresas como a trabajadores desempleados, incluyendo la posibilidad de que éstos se constituyan en autónomos y se "autoempleen".
  • Pro tección del desempleo: prestaciones y subsidios a los trabajadores que pierden su empleo. Son ayudas del Estado mientras que el trabajador busca un nuevo empleo, de duración determinada y por un importe inferior al salario que tenía. No tienen derecho a estas ayudas aquellas personas que buscan su primer empleo ni los parados de larga duración, aunque en este caso pueden recibir un subsidio asistencial si carecen de ingresos y tienen cargas familiares.

 Tasa de cobertura, es decir, el porcentaje de desempleados que cobra prestación o subsidio, alcanzó en diciembre de 2011 sólo al 67,7 por ciento del total de parados en España. En este enlace tenemos la noticia: El País

5.1.- Política de empleo según ideología

A.- Los neoliberales

Como para estos el paro se produce por los desajustes producidos por la intervención del estado (gobiernos, sindicatos, etc), el problema del paro lo solucionará el mercado sólo, la mano invisible de Adam Smith, mientras tanto hay que flexibilizar el mercado de trabajo, abaratar el despido, bajar salarios y apoyar a la empresa. Hay que reducir el déficit público y están convencidos de que hay que ir al hospital a curarse, para después poder ir a la playa.  La reciente Reforma Laboral es un buen ejemplo de ellos.

B.- Los neokeynessianos

Como para estos el paro se produce por la debilidad de la demanda, se trata de estimular esta para que al aumentar, lo hará la producción y el paro. Son partidarios de medidas sociales que palien los efectos del paro, como las subvenciones y de las obras públicas que fomenten la intervención del estado. Creen que para limar las asperezas del capitalismo y salir de la crisis es imprescindible que el estado participe fomentando la demanda y las obras públicas, aunque aumente el déficit público y la inflación. Creen que la crisis es una excusa para desmantelar el estado del bienestar.

 

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