TEMA 4.- LA INTEGRACIÓN DE ESPAÑA EN LA UNIÓN EUROPEA

INTRODUCCIÓN.-

Con la llegada de la democracia y normalizadas las relaciones diplomáticas con todos los países del mundo (México e Israel) el gran objetivo de la política exterior fue el ingreso en la Comunidad Económica Europea Doc 1.- . Rápidamente se realizó la nueva solicitud ya que los inconvenientes políticos que Europa siempre había esbozado para negar el ingreso habían desaparecido. Sin embargo, resultó bastante más difícil de lo que pudiera pensarse y no se consiguió hasta ocho años más tarde, tras duras negociaciones y no pocas concesiones, con el primer gobierno socialista ya en el poder. Doc 2.- 

I.- EL PROCESO

LOS PRECEDENTES LA ENTRADA EN LA UE LA EUROPA DEL EURO
El tratado de Roma se firmó en 1957. Desde los años sesenta el gobierno de Franco solicitó la incorporación de España, la gran aspiración de los tecnócratas. Pero la CEE no era un simple acuerdo comercial de supresión de aranceles aduaneros, sino que también incluía la homogeneidad política dentro del sistema democrático (recordar el contubernio de Munich), de ahí que solo se consiguieran firmar acuerdos comerciales preferenciales, que hicieron de la CEE el primer cliente de nuestro comercio exterior.

Finalizado el régimen franquista los gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo solicitaron el ingreso, pero pronto aparecieron las dificultades; dificultades no ya políticas, sino económicas. Las dificultades aparecieron en la estructura económica española (que chocaba con los intereses europeos, especialmente en agricultura y pesca), en los problemas internos de la Comunidad y en las consecuencias de la crisis del 73. Así la petición estuvo ocho años sin ser admitida.

Con el primer gobierno de Felipe González y siendo ministro de Asuntos Exteriores Fernando Morán Doc.- 4 , el 12 de junio de 1985 se firmó el Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas. El 1 de Enero de 1986 nos convertíamos en un país miembro de pleno derecho de la CEE.

Las negociaciones fueron muy difíciles, sobre todo por las reticencias francesas, que estaba presionada por los campesinos franceses Doc 3.-. Estas se salvaron por el apoyo de Alemania , que vinculó el aumento de los fondos comunitarios a la entrada de España y Portugal, (tras relacionar Felipe González la entrada en la Comunidad y la OTAN)  y el cambio de postura francesa con la llegada al poder en 1982 del socialista Mitterand (las relaciones con el gobierno socialista entre Francia y España mejoraron mucho, consiguiendo España la colaboración francesa en la lucha contraterrorista).

España tuvo que aceptar unas condiciones excesivamente duras: la Comunidad exigió largos períodos transitorios para aquellos sectores españoles más competitivos o para aquellas cuestiones en las que los miembros de la CEE podían verse perjudicados. Así, la libre circulación de los trabajadores no fue admitida hasta 1993, fecha hasta la que se extendió también la desaparición progresiva de los aranceles para los productos agrícolas generales. El libre comercio de frutas, hortalizas y aceite de oliva se retrasó hasta 1996 y la posibilidad de pescar en caladeros comunitarios se fechó en el 2003. Posteriormente, en la práctica, estos periodos transitorios se acortaron en el tiempo. A cambio , España consiguió plazos largos para el desarme arancelario en el sector industrial, para el establecimiento de entidades bancarias y de seguros y para la liberalización de los monopolios fiscales, como el petróleo o el tabaco.

Desde su entrada, España ha apoyado todos los pasos dados en  el proceso de formación de la identidad común europea. Estos han sido: la aprobación del Acta Única, en 1986; el Tratado de la Unión Europea, en 1991; la ampliación de la Unión Europea a 15 miembros con la integración de Suecia, Finlandia y Austria en 1995, el Tratado de Schengen de 1995 y la ampliación a los países del Este en la cumbre de Niza en 2000. Veamos los más importantes. Por el Acta Única la CEE se convertía en el Mercado Común eliminándose las fronteras para mercancías, capitales y personas.

El Tratado de la Unión, más conocido como el Tratado de Maastrich, firmado en 1991, superaba los aspectos comerciales, para convertir a los países miembros en un ente supranacional europeo. Sus dos acuerdos más importantes fueron el reconocimiento del concepto de solidaridad entre las regiones europeas para sustituir las grandes diferencias entre ellas (los fondos de compensación y cohesión), mayores atribuciones al Parlamento europeo y a la ciudadanía de Europa, con lo que se avanzaba no sólo en el aspecto económico, sino también en el político  y el establecimiento de un calendario para una unión económica y monetaria, que ha acabado con las monedas nacionales, sustituidas a partir del año 2000 por el euro. Su introducción se ha hecho de modo progresivo y para participar en la Europa del euro había que cumplir una serie de criterios económicos (tipos de interés, inflación, gasto público...) España los consiguió y la ocasión es considerada como la segunda gran fecha de la política exterior después de la entrada en la CEE.

Por el tratado de Schengen que entro en vigor en 1995 se preveía una política exterior común. Pero sus logros han sido muy relativos Doc 5.-, viéndose las carencias de este aspecto en el conflicto de Yugoslavia y, sobre todo, en la reciente guerra de Irak, donde las distintas naciones europeas que tenían firmado el acuerdo han optado por posiciones totalmente distintas.

LA FORMACIÓN DE LA CEE EUROPEISMO Y DEMOCRACIA
Después de la Segunda Guerra mundial, el Tratado de Roma (25 de marzo de 1957) inicia la Europa de los seis que se ha convertido en la actual Unión Europea que integra a los 15 miembros hoy en día y tiene prevista su ampliación con la entrada de los países del este de Europa. Los fines a conseguir son los siguientes: supresión de aduanas y creación de un área de librecambio, integración económica plena, unidad política supranacional y disminución de las diferencias económicas entre sus miembros y sus regiones. El origen de la CEE estuvo basado en el denominado funcionalismo de Jean Monnet; que consiste en la consecución a largo plazo de la unidad política, utilizando a corto plazo la unidad económica. Por ello Monnet está considerado como unos de los padres de Europa. La idea de Europa y de la democratización de España estuvo presente desde la misma creación de la CEE. Así lo demuestra el caso del Congreso de Munich de 1962; el llamado por el régimen el Contubernio de Munich. Durante la transición el reto de la entrada en la CEE se asociaba también a una consolidación de la joven y frágil democracia. Pero además de esta implicación política, la integración de España en la CEE estaba asociada a su modernización definitiva; a arreglar el viejo problema que había planteado la crisis del 98.

II.- CONSECUENCIAS

A pesar de los sacrificios requeridos a España para la integración de pleno derecho en la CEE ( después Mercado Común y ahora Unión Europea) el balance entre ventajas e inconvenientes ha sido positivo para España. Ya que su incorporación ha supuesto tener que adaptarse a un mercado más competitivo que el español. En ese esfuerzo de adaptación ha conseguido España su definitiva modernidad; y no sólo desde el punto de vista económico.

II.1.- CONSECUENCIAS POLÍTICAS

España es hoy un país democrático y un país europeo. Esta afirmación que sacada de contexto puede carecer de importancia, resulta fundamental si la contextualizamos dentro la historia contemporánea de España. España parece, así, haber resuelto el problema de su gobernabilidad y el de su identidad como nación encontrando su papel en el ámbito internacional. A raíz de la crisis del 98 España y la definitiva pérdida de su imperio colonial, España buscaba una nueva identidad colectiva. España había perdido las colonias, se había producido el gran desastre de la derrota contra EEUU por el atraso político, económico y social. España había perdido el tren de la modernización de los países de su entorno. El problema eran sus estructuras atrasadas, antiguas, obsoletas... la solución la modernización, la solución Europa. Joaquín Costa y Ortega y Gasset fundamentaron estas tesis. En palabras de Ortega y Gasset "España era el problema y Europa la solución". Tras un siglo de historia marcado por la tragedia de la guerra civil, con el restablecimiento de la democracia a partir de 1975 y con la entrada en Europa en 1986, España parecía haber encontrado la solución.

Desde 1991, año que se firmo el Tratado de Maastrich, el gran reto y obsesión de las clases dirigentes españolas era lograr la convergencia con Europa, es decir, cumplir los criterios de inflación, tasas de interés, deuda pública y gasto del Estado acordado en Maastricht. España cumplió los criterios y entro en mayo de 1998 en la Unión Monetaria Europea y adoptó el euro como moneda común. Esto no fue sólo una operación económica necesaria y positiva. Las autoridades españolas lo entendieron como una victoria histórica: España había cogido por fin el tren de la integración europea.

LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA LOS PROBLEMAS DE LA INTEGRACIÓN
España estaba integrada plenamente en Europa y había hecho de la alianza con Francia y Alemania el eje de su política exterior. Posición que había costado mucho esfuerzo conseguir y que tenía un gran significado histórico. Recordemos la crisis del 98 y el problema de España y como Ortega decía que " España era el problema y Europa la solución".  En el 2003, con motivo de la Guerra de Irak, el gobierno de Aznar rompe con ese eje y se alinea con EEUU e Inglaterra. Las consecuencias de esta decisión no se pueden evaluar todavía. La entrada de España en la Europa Comunitaria no fue la panacea a los muchos problemas de España. Muy pronto se tuvo que llevar a cabo una intensa reconversión industrial para que nuestros productos fueran competitivos en Europa. Ello provocó paro y la protesta de los sindicatos. El problema del sector pesquero también se agravó con una obligada reconversión de la flota y las negociaciones fallidas con Marruecos. El sector lácteo ha salido muy perjudicado por la cuota lechera y los campesinos atacaron a nuestros camiones sistemáticamente. A pesar de todo, el balance parece positivo a la mayoría de los grupos políticos y no se cuestiona, con la excepción de IU.

II.2. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS

En primer lugar hay que constatar un dato, en 1995 España aportó al presupuesto más o menos la mitad de lo que recibió de la Unión Europea. Este saldo positivo proviene de los fondos estructurales y de los fondos de cohesión. Este beneficio neto del que ha disfrutado nuestro país se ha reducido a principios del nuevo siglo y parece que la tendencia va a continuar, debido a varios factores; el aumento de la riqueza española, la futura entrada de los países del este, más pobres, y que nos restarán aportaciones de los fondos de cohesión y las previsiones de la "Agenda 2.000" que suprimirá los fondos de cohesión para todas aquellas regiones que se sitúen por encima del 75% de la media europea.

SECTOR PRIMARIO SECTOR SECUNDARIO Y TERCIARIO
Con la entrada en la UE el proceso de modernización del sector primario se ha acelerado. Además las aportaciones de los fondos del FEOGA( Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola) han financiado mantenido a la agricultura y ganadería española. De hecho, la cuarta parte de los ingresos de los agricultores españoles proviene de las ayudas de la Unión. De tal forma, que los PSD tachan al sector primario europeo de ser un sector subsidiado y de desleal competencia con el suyo.

También existen efectos negativos, habiendo salido perjudicados ciertos productos y sectores agrícolas-ganaderos. La remolacha y el azúcar no pueden competir en el mercado europeos por sus precios poco competitivos, el plátano canario ha perdido el monopolio del mercado español, el aceite de oliva ha visto reducida sus ayudas y el sector lácteo, uno de los más perjudicados, ha tenido que reducir su producción por los cupos lácteos. Además, la Unión Europea fomenta el abandono de las explotaciones menos competitivas, a fin de hacer más competitivo el sector agrario europeo.

El sector industrial se ha visto afectado fuertemente en la siderurgia y la industria naval. En siderurgia hubo que hacer una profunda reconversión industrial, financiada en parte por la UE. El sector naval, está pasando por momentos difíciles y próximamente se le retiraran todas las ayudas, por lo que la situación será peor aun.  El resto ha resistido con mejor o peor fortuna la competencia de las tecnologías europeas, aunque se han beneficiado de la necesaria modernización, de las inversiones extranjeras con la liberalización del movimiento de capitales y de la ampliación del mercado.

En cuanto al sector terciario, el comercio ha sufrido un gran aumento, pero el tradicional déficit de la balanza comercial persiste. La liberalización del transporte aéreo ha puesto en dificultades a Iberia, que ha tenido que reducir personal.

El balance sectorial es en su conjunto positivo. Sólo el sector pesquero y el naval parecen afectados de una crisis de muy difícil solución.

ANDALUCÍA Y LA INTEGRACIÓN EUROPEA
Con la entrada de España en la CEE, Andalucía, que está incluida dentro del grupo de regiones menos desarrolladas, pasó a recibir importantes ayudas económicas (FEDER, FEOGA...) para su modernización. Sin embargo, la política agraria comunitaria ha sido fuente de problemas para la región, puesto que se ha tendido a subvencionar la reducción de la producción y de los puestos de trabajo, problemas tradicionales del campo andaluz. A ello hay que unirle, el desmantelamiento progresivo de la industria naval, con lo que las principales fuerzas de riqueza y trabajo, se han quedado limitadas al sector de la construcción y el sector servicios, muy especialmente el turismo.

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