El Contexto Histórico

La todavía por muchos años pedanía de Medina Sidonia entra en la década de los cincuenta arrastrando dos grandes “cruces” que marcarían su desarrollo hasta la llegada de la democracia:

Por un lado había quedado marcada para la Historia con las consecuencias, negativas en periodo franquista, de los Sucesos del 33. Y es significativo que muchos benalupenses tuviesen que ocultar su procedencia, sobre todo aquellos que salían de la provincia, para no verse afectados por la terrible represión que estaba llevando a cabo el régimen contra los denominados “rojos”, una vez ganada la Guerra Civil. Hay que señalar que en el ámbito militar la “leyenda de Casas Viejas” tuvo grandes connotaciones revanchistas, y su significado caía directamente en aquellos jóvenes de la localidad que hacían el servicio militar durante tres largos años, bajo las órdenes de superiores que entonces más que nunca, utilizaban el topónimo vulgo de “El casas viejas” para marcar los días del recluta.

Este efecto se reflejó aún más en el estancamiento de la aldea respecto a los demás pueblos vecinos, ya que las administraciones trataron de esconder todos los vestigios de alzamientos populares republicanos y previos a la II República con el abandono económico y social de esos lugares “señalados”.

El segundo gran lastre que tendría que arrastrar la aldea fue, al igual que todo el país, las consecuencias de una larga posguerra y el aislamiento del régimen franquista una vez derrotados los nacionalismos en la II Guerra Mundial. Este hecho se vio acentuado aún más en poblaciones como Benalup, que contaba con escasos recursos económicos, nula infraestructura económica y contados habitantes con la mínima preparación que supieran leer y escribir.

Es reseñable decir que, paradójicamente, la iglesia asume el papel de único impulsor de cambios en la aldea, creando o controlando todo lo que podría renovar al pueblo. La escuela de niños y la escuela de niñas, la sección femenina y los talleres de corte y confección, el control del racionamiento, el nacimiento o rescate de fiestas y romerías, o el noticiario radiofónico de obligada escucha en la esquina de la calle San Juan.

Benalup es, más que franquista, católico por decreto, y al caudillo sólo se acerca en las numerosas visitas de éste a Las Lomas, donde Mora Figueroa lo agasaja con una visión de estas tierras andaluzas muy diferente a la que tienen los propios andaluces.

Detalles de Sociedad

De todos es conocida la denominación de “España Profunda” que ya utilizaran numerosos autores en todos los campos de las ciencias sociales y literarias y que, aunque no sea exclusividad, tienen estos años y el ámbito rural como centro de la definición. Existen detalles que, escasamente analizados en nuestra localidad, y a pesar de existir muy pocos datos fiables (la tradición oral permanece en nuestros días), nos conforman una realidad que no trazaría los perfiles básicos de la vida cotidiana en el Benalup, o en el Casas Viejas, de los años 50.

Como hemos señalado con anterioridad  la ideología católica se muestra acaparadora de todo lo posible y lo imposible, a pesar de las profundas raíces izquierdistas que permanecían en los genes de los paisanos. Es así como el crecimiento urbano del pueblo gira, o más bien, desemboca, en la plaza de la iglesia, convirtiéndose la Alameda y sobre todo la calle San Juan en centro neurálgico de la vida de Benalup de Sidonia. Es anecdótico que aún quede viva la expresión popular “voy a bajar al pueblo” o “voy a bajar a Casas Viejas”, refiriéndose a estos lugares aunque se diga  en calles muy próximas y que en la actualidad forman parte del centro urbano.

Este centro es, por lo demás, residencia de las familias más pudientes de la localidad, tradicionalmente aferradas al poder eclesiástico, al latifundista, o a la incipiente rama de pequeños comerciantes que comenzaba a florecer. Y por lo tanto se ve reflejado en el tipo de viviendas que habitan, generalmente de dos plantas , muro de piedra y tejas. Aún a principios de los cincuenta la diferencia con las demás era patente ya que la típica choza pervivía en la mayoría de la población conforme más alejados del centro de la localidad estuviesen.

El retrato de familia más característico era por lo demás, el compuesto por el matrimonio casado religiosamente, de tendencia marcadamente patriarcal, con un extenso número de hijos. El trabajo del padre era el único sustento económico de la familia hasta que los hijos mayores varones pudiesen, a pesar de la escasa edad, empezar a trabajar. La mujer, en la mayoría de los casos, tenía la finalidad de criar a los hijos y llevar a cabo las labores de la casa, quedando muy marcados sus límites de actuación. Las hijas se regían al aprendizaje de sus labores hasta el matrimonio, donde continuaban la vereda trazada por la madre.

Juana María Perea (cuñada de Antonio Cepero)

Álbum de fotos