El trabajo en el campo

La mayoría de los hombres de Casas Viejas se dedicaban al trabajo agrícola y ganadero. En Casas Viejas, la mayoría de los campesinos eran trabajadores eventuales. Estos trabajadores vivían en la propia aldea, pero dejaban sus casas durante uno o varios días para trabajar la tierra a cambio de un salario. Entre los trabajadores eventuales se pueden distinguir los jornaleros (que eran contratados por una tarea estacional) y los peonistas (que eran contratados por uno o varios días para hacer una tarea específica). Estos trabajos eventuales eran estacionales y dependían de los ciclos agrícolas, la cantidad de cosecha,... Por tanto, los trabajadores eventuales dependían del propietario agrícola, que cuando necesitaba mano de obra mandaba a la plaza del pueblo a un contratador. Durante los meses de junio y julio, cuando había que recoger la cosecha se realizaban contratos a destajo, por medio de los cuales se pagaba a los trabajadores según el número de fanegas que recogieran. Otros trabajadores eventuales eran los gañanes, que trabajaban en granjas y se reunían por la noche en unas míseras casas denominadas gañanías, en las que la ventilación y la higiene brillaban por su ausencia. El tiempo de trabajo de los gañanes estaba más regulado que el de los jornaleros y peonistas. Por otra parte, también existían unos pocos trabajadores fijos. Estos trabajadores vivían todo el año en los cortijos o fincas. Entre estos trabajadores, que tenían unas condiciones de trabajo mejores que las de los trabajadores eventuales, estaban: un administrador, un operador, un pagador, un boyero mayor, un manijero, un ganadero, un yegüero, un porquero, un pastor, un cabrero y un casero. El trabajo de los hombres constituía la principal fuente de ingresos de las familias, pero estos ingresos entre los jornaleros solían estar lejos de las necesidades de gasto de las familias. De ahí que las mujeres y los niños se vieran obligados a aportar importantes sumas a la renta familiar.. Los niños empezaban a trabajar pronto, la mayoría como guardas de ganado, por lo que trabajaban alejados de la familia y no podían ir a la escuela. Las niñas servían a las ricas familias de las ciudades.

Cuando no faltaba trabajo todos los miembros de las familias de jornaleros podían comer. Esto se veía facilitado al no ser raro que en el propio trabajo recibieran comida. Sin embargo, estas familias se movían en los niveles de subsistencia y el paro forzoso o desempleo podía traer con facilidad el hambre. El desempleo no era extraño en Casas Viejas.

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