GALERÍA FOTOGRÁFICA

LA AGRICULTURA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN.- Aspecto fundamental en el paso del Viejo al Nuevo Régimen es los cambios producidos en la propiedad de la Tierra. En el Antiguo Régimen dominaba la propiedad institucional, amortizada, que no podía venderse, ni alquilarse, ni partirse... es decir no entraba dentro del mercado capitalista. Esta institucionalización de la tierra se llevaba a cabo a través de la Nobleza vía Mayorazgos, del Clero con las abadías y los Monasterios y los Ayuntamientos gracias a los bienes propios y comunes con los que se financiaban y completaban su economía los campesinos.  Las Tierras en el Antiguo Régimen, como se ve en la Ilustración, eran explotadas y trabajadas por los campesinos, con unos fundamentos técnicos muy rudimentarios. Tecnología, que junto a otros elementos como el Castillo, o el molino, recuerdan viejos fundamentos del Antiguo Régimen. A este conjunto de tierras amortizadas, poco rentables y explotadas se le denominó Manos Muertas. Estas durante el siglo XIX, en un intento de modernizar el campo español y con ella la economía española, van a pasar manos privadas a través del proceso conocido como la Desamortización.

EL PROCESO DESAMORTIZADOR.-La desamortización no fue un hecho concreto y puntual en un momento determinado. El paso de la propiedad institucionalizada, vinculada y amortizada a la propiedad privada e individual se dio durante todo el siglo XIX. Para aclarar el proceso hay que diferenciar en la leyes desamortizadoras dos fases; por un lado la promulgación de la nacionalización o expropiación de los bienes (a veces con indemnización y otras no) y la segunda fase es la venta pública de esos bienes. La primera por tanto corresponde a unos años concretos (1811, 1836 y 1855) y la segunda se da durante un periodo de años. Los dos gráficos nos reflejan el resultado de la venta de los bienes, es decir de la segunda fase. Una característica esencial fue que las leyes desamortizadoras se promulgaron durante periodos de gobiernos progresistas, y aunque durante los gobiernos conservadores se paralizaron y a veces se abolieron el proceso fue imparable. Eso se ve muy claro en el cuadro inferior, como durante el periodo progresita de 1836 a 1844 las ventas fueron muy importantes, el parón de la década conservadora (1845-1854) y la reactivación el bienio progresista (1855-56). El primer cuadro nos puede servir para analizar también los sectores a los que sus tierras fueron desamortizadas, vendidas en subasta pública. Así aparece la Iglesia y los Municipios, mientras que de la nobleza no hay datos. La explicación es que los mayorazgos pasaron directamente a la nobleza propietaria, a veces de manera directa u otra tras litigios legales. Por ello, la nobleza fue una de los sectores más beneficiados de esta desamortización, pues consiguió pasar sus tierras de propiedad amortizada a propiedad individual. La burguesía que compró las tierras también fue otra de las ganadoras del proceso. Mientras que la Iglesia y los municipios fueron los grandes perdedores. Los ayuntamientos perdieron su autonomía financiera y dependieron de un estado centralistas que los va a utilizar para sus intereses electorales (precedente del caciquismo) Pero los grandes perdedores fueron, sin duda, los campesinos que sufrieron un proceso de proletarización y se convirtieron en jornaleros. Al desaparecer los bienes propios y comunes se acabo una fuente importantísima para completar su economía de subsistencia. Las grandes revueltas campesinas del siglo XIX y XX español, así como el problema agrario español están ligados a este proceso de desamortización y sus consecuencias.

MÁDOZ Y MENDIZABAL los dos grandes ministros que promulgaron leyes desamortizadoras. El primero en 1936 afecto a las propiedades eclesiásticas, el segundo en 1855, a los bienes de los ayuntamientos fundamentalmente. Confirmamos que la desamortización fue un proceso que duro todo el siglo, que los momentos culminantes coincidieron con gobiernos progresistas (1836 y 1855) y que la nobleza hizo su desamortización pasando sus tierras de los mayorazgos y de las propiedades vinculadas, a la propiedad individual y privada.

La Iglesia fue una de las instituciones más perjudicadas por el proceso de desamortización. Y ahí empiezan los enfrentamiento con el liberalismo que continúan hasta  la actualidad. En la afirmación anterior hay que tener en cuenta la forma en que la Iglesia había logrado su riqueza, el apoyo a los carlistas, en cuanto representantes del viejo régimen, y las malas formas de los liberales, muchos de los cuales se convirtieron en anticlericales. Lo peor de todo, es que buena parte de nuestro patrimonio histórico se perdió por la desamortización.

El campesino pasó a jornalero con el proceso de desamortización al perder las tierras que complementaban su economía a través de los bienes propios y de comunes. La fotografía de la derecha y de la izquierda muestran dos facetas de los jornaleros, una en un pueblo y otra en Madrid, esperando que les ofrecieran trabajo. Con la desamortización se inicia una larga lucha del jornalero para mejorar sus condiciones de vida.