"... Primo de Rivera, como todo
que se precie, anunció que sólo venciendo una íntima resistencia había dado aquel paso y que, como no albergaba ninguna ambición de mando, bien lo sabe Dios, en cuanto se restableciera el orden dejaria el gobierno en manos capaces. Pero, por lo pronto, disolvió las
y designó un directorio
. El general, era, quizá, algo bruto, paternalista y simple (de lo que se burlaron los intelectuales), pero es indudable que hizo cosas por el país. Lo primero extirpar, de una vez por todas, el cáncer africano, obligando a los ineptos jefes del ejército a retirarse para después, en una operación combinada con los franceses (cuyas posesiones en Marruecos también había atacado Abd elKrim), desembarcar en Alhucemas y asestar un golpe decisivo al caudillo rebelde.
se rindió a los franceses...
El general no tenía programa político alguno, salvo el mantenimiento del orden publico y la unidad de la patria a todo trance, pero era inofensivo si no se le provocaba e hizo cosas por la paz que merecieron la alabanza de propios y extraños (grupos escolares, pantanos, carreteras, ferrocarriles...) y aprovechando que la peseta estaba fuerte y la economía nacional en expansión, creó empresas públicas que todavía perduran de una u otra forma (CAMPSA, Telefónica, Tabacalera, Confederaciones Hidrográficas); pero no consiguió hacerse perdonar por los intelectuales ni por los nacionalistas catalanes. Aunque tuvo muchos partidarios, el partido con el que intentó arroparse ("la
, para gente de ideas sanas") nunca cuajó, mientras que, por el contrario, los grupos que se le oponían ganaban fuerza..." Eslava Galán. Historia de España contada para escépticos