La voz Digital
Jueves, 20 de abril de 2006
  Alertas   Envío de titulares    Página de inicio
PORTADA NOTICIAS ECONOMÍA DEPORTES OCIO CLASIFICADOS SERVICIOS CENTRO COMERCIAL PORTALES


CULTURA
Cultura
Casas Viejas habla en imágenes
Un libro de fotografías editado por el instituto local recorre la historia de un pueblo marcado por su pasado
Imprimir noticiaImprimirEnviar noticiaEnviar
MÁS INFORMACIÓN
Nombre: 'La Tierra. Historia de Benalup-Casas Viejas en el siglo XX a través de la fotografía'.

Editor: I. E. S. Casas Viejas.

Coordinadores: Salustiano Gutiérrez y José González.

Colaboradores: Ayuntamiento de Benalup-Casas Viejas.

Precio: 15 euros.

Actualmente agotado.

Publicidad

Mercedes es muy joven pero ya sabe que hay combates que sólo se libran con la bandera de la memoria. Sabe que hay pequeños pasos de importancia colosal, caminos difíciles que se doblegan con una sola palabra, una foto comentada, una escapada abierta frente a las trampas de pasado. Mercedes es alumna del I. E. S. Casas Viejas y una de las muchas coautoras del libro La Tierra. Historia de Benalup-Casas Viejas en el siglo XX a través de la fotografía. Un valioso documento que ha venido a poner sobre la mesa la memoria de un pueblo sacudido por los acontecimientos, marcado a sangre y fuego por una historia que le ha pasado demasiado aprisa, siempre en medio de la disputa ideológica, del miedo y los silencios que se hicieron eternos.

Elaborado en torno a las fotografías e historias aportadas por los propios alumnos del instituto, la contribución de Mercedes a La Tierra es una instantánea familiar de finales de los setenta. En ella aparecen algunos de los descendientes de Curro Cruz, Seisdedos, el jornalero acribillado e incendiado cruelmente en su choza junto a otros familiares y vecinos tras proclamar el comunismo libertario en la huelga general del 10 de enero de 1933. «Me consta que si Francisca Prieto -abuela y nieta de Seisdedos- estuviera viva no querría que yo comentara esta fotografía e incluso no me facilitaría información», escribe la joven con la sencilla prosa de quien sabe que hablar es el principio del fin de la vergüenza. Ésa que ha convertido a esta pequeña localidad gaditana en una desconocida para sí misma, en una criatura herida que pelea ahora por asentar un pasado construido no sólo sobre aquellos sangrientos sucesos sino también sobre el sudor y el trabajo de varias generaciones en lucha contra el hambre y la pobreza.

Ahora favorecida por la bonanza económica de los tiempos recientes, Benalup-Casas Viejas, se vuelve por primera vez hacia sí misma, para hablar con su propia voz. La que ha forjado a golpe de azada contra la tierra seca, la de las cosechas y jornales, la del exilio y el afán de superación. Más allá de las interpretaciones de los muchos expertos que se desplazaron desde diversas partes de España y el mundo para conocerla, La Tierra es el primer testimonio colectivo que pretende superar los debates ideológicos y políticos en torno a la historia de este territorio. Por ello sus páginas destilan la frescura de nombres conocidos y anónimos, de imágenes detenidas en el tiempo. Testigo todas ellas del devenir de un lugar que ha de mirar hacia atrás para construir su futuro.

El pasado pendiente

Coordinadores de la publicación, Salustiano Gutiérrez y José González, director y profesor de Historia en el Instituto respectivamente, llaman la atención sobre un documento en el que se recoge «la historia vital de un pueblo».

«Benalup es una localidad joven con apenas dos siglos de existencia, que ha pasado en muy pocos años de la violencia de los sucesos al contraste de los campos de golf, por eso necesitaba de una reflexión sobre sí misma que le permitiera entender su pasado para mirar al futuro», explica Salustiano Gutiérrez para quien el valor del texto está en su carácter colectivo, en dejar que sean los benalupenses los que hablen de sí mismos. Un propósito nada fácil para un pueblo acostumbrado a guardar silencio. Tanto, que no han sido pocas las reticencias de los más mayores a participar en el proyecto. «Una vez el libro estuvo en la calle, muchos se dieron cuenta de que no pasaba nada, incluso se ofrecieron a colaborar para otra edición. La Tierra ha servido para que se dieran cuenta de que no tenían de qué avergonzarse», explica Gutiérrez.

«En Benalup tenemos que sentirnos orgullosos de nuestro patrimonio natural» -añade José González- «pero también del humano, de todos aquellos que murieron, se exiliaron o sufrieron cárcel por dar un paso adelante que, equivocado o no, respondía a un fin positivo». El profesor incide en la necesidad de mirar aquel episodio libertario «lejos de heroicidades y leyendas» sino «con el realismo de que se trataba de personas inmersas en tal pobreza que estaban casi obligadas a reaccionar así».

Con capítulos dedicados a aspectos como la vida cotidiana, la educación, la religión o los deportes y lugares más emblemáticos del pueblo, el libro tiene en el elemento que le da nombre el eje fundamental para entender el devenir de la historia. Y es que íntimamente ligada a la tierra, el pasado de Benalup-Casas Viejas es imposible de separar de los problemas de la desamortización, de los jornaleros del campo y del «hambre de perro vagabundo» a la que se refería Ramón J. Sender en su Viaje a la aldea del Crimen.

VIaje visual

La Tierra recoge los posteriores intentos de la República por atajar el drama social que los sucesos habían puesto de relieve, las imágenes de las comunidades de campesinos como las de Malcocinado o Pedregosillo y también el afán de supervivencia en los años del franquismo. Todo ello en un viaje visual hacia el progreso «a velocidad de crucero» de iniciativas como Benalup 2000 en los últimos años.

Objeto de investigación en universidades e instituciones más allá de nuestras fronteras, la primera autobiografía de Benalup-Casas Viejas ha surgido de la mano de la savia joven del futuro. Del mismo grupo de estudiantes que se afanó hace un par de años en reunir fotos viejas para una exposición en la Semana Cultural. Instantáneas que abrieron la veda de un proyecto que ha desbordado los objetivos: mil ejemplares a repartir entre instituciones y alumnos -con vistas a costear el viaje de estudios- que se quedaron cortos muy pronto.

«Los chicos tenían que vender 500 libros y se les acabaron en un sólo día. La gente los compró para sus familiares de tres en tres y también surgieron muchísimas peticiones desde fuera del pueblo», recuerda Salustiano Rodríguez que no se atreve a adelantar si se sacará una segunda edición u otro volumen de la obra ya que, una vez el libro estuvo en la calle, «mucha gente ha perdido el temor y nos han enviado más material fotográfico».

Con firmas de la talla de José Saramago, Ramón J. Sender, Juan José Téllez o Antonio Ramos Espejo, entre otros, la autoría de libro la comparten decenas de nombres desconocidos, muchos de ellos, como el de Mercedes, pertenecientes a alumnos del propio Instituto.

Variadas edades y procedencias, distintas ideologías y pasados, embarcados todos en el colosal proyecto de dar voz a un pueblo. A un lugar que empezó por recuperar su nombre y que ahora, lejos de polémicas, trabaja por rescatar su memoria. Una memoria enraizada en la tierra que, como semilla latente, germina mirando al futuro.



SudokuCanal MeteoHoróscopo
Vocento