3.- La consolidación del primer tercio del siglo XX.

Si durante la segunda mitad del siglo XIX asistimos al nacimiento de Casas Viejas, en el primer tercio del siguiente siglo tendrá lugar su consolidación tanto desde el punto de vista demográfico, como político, como social o urbano.

3.1.- Continua el boom demográfico.-

El primer tercio del siglo XX también fue una época de gran crecimiento demográfico en Casas Viejas. De los 369 habitantes que había en el censo de 1838 pasamos a 1251 en el de 1896. Este boom demográfico de la segunda mitad del siglo XIX continua en el primer tercio de la misma forma exponencial. Pues en  1920 el censo recoge 2.397 habitantes para el campo de Casas Viejas y en 1932[1] son más de tres mil los habitantes, como dice José Suárez en su famoso artículo periodístico. “El pueblo de Casas viejas, con más de tres mil habitantes y ochocientos habitantes declarados por el último Censo, está considerado como un barrio de Medina Sidonia, a pesar de sus veinte kilómetros de extensión…”[2]

Pero la frase del socialista Suárez esconde una queja y una crítica hacia la dependencia política, pues pese a su amplio número de habitantes y a su lejanía del Ayuntamiento matriz al no tener independencia administrativa el pueblo tiene una deficiente dotación de servicios y equipamientos que luego pasa a relatar y a la que volveré más adelante cuando hable de la falta de infraestructuras en el pueblo.

Pero en este gran crecimiento demográfico de  Casas Viejas de principio de siglo XX asistimos a una gran novedad con respecto al periodo anterior. El Ayuntamiento de Medina no se opone ya abiertamente a la creación y crecimiento del pueblo, sino que pretende regularlo y organizarlo, aspecto que como se verá no se consigue pues el crecimiento sigue basado en las chozas ilegales. De hecho de 1920 a 1930 según el citado oficio de la delegación del instituto de estadística en Cádiz se pasaron de 172 a 663 “edificios y albergues”. Esos cerca de quinientos más se corresponden a chozas de castañuela y paja como le responde el alcalde de Medina al citado instituto de estadística[3].

Pero además del intento fallido de controlar el crecimiento urbanístico de la localidad por parte del Ayuntamiento de Medina, la otra gran característica del periodo es la tajante división que se produce entre la población que la habita. Este dualismo va  a ser de carácter económico, político y social, teniendo su máximo exponente en las condiciones de vida de uno y otro sector. El tipo de vivienda de cada uno de estos dos sectores nos refleja claramente su posición. Por un lado los propietarios agrarios, los comerciantes y los escasos funcionarios que pertenecen a las élites políticas, económicas y sociales y ostenta el poder, viviendo en casas de mampostería y con condiciones de vida aceptables para el contexto de la época y el lugar. Ni que decir tiene que constituye una minoría. Por otro, la gran mayoría de la población, con el dominio aplastante de los jornaleros agrarios, que viven en pésimas condiciones y tienen la choza como vivienda habitual. Las clases medias brillaban por su ausencia en una localidad de base agraria, marginal y alejada de la centralidad, donde se agravaban, como veremos, las pésimas condiciones de vida del campo español. Los primeros proceden mayoritariamente de Medina Sidonia, los jornaleros de ahí y del Valle del Genal. Mientras que Medina se estanca demográficamente, en 1910 el término de Medina tiene 11.846  mientras que el censo de 1930 reflejaba una pérdida de sólo diez personas, con un total de 11.836, Casas Viejas tiene un gran crecimiento relacionado con la aparición de latifundios tradicionales donde a la vocación ganadera se le añade el secano cerealista. Ello lleva aparejada, como ya hemos visto, la proletarización del campesino, la aparición del jornalero como clase social dominante cuantitativamente y la llegada en aluvión de segadores “forasteros” para cubrir las necesidades de la recolección estival, algunos de los cuales siguen estableciendo su vivienda definitiva en la localidad. Son los ya mentados sopacas, que proceden mayoritariamente del valle del Genal.

3.2.- Las élites políticas, sociales y económicas

La consolidación demográfica lógicamente tiene un paralelismo en la consolidación urbana de la población y va a ser una minoría la encargada de llevar y liderar ese proceso. La gran mayoría de la población compuesta por jornaleros queda al margen del proceso. El Ayuntamiento de Medina, al contrario que en el siglo anterior, asume su papel administrativo y se posiciona como coordinador y legislador del proceso. Por ello se dispone a crear una población con calles y plazas, con casas de mampostería, para lo cual se propone acabar con  y prohibir las chozas[4]. Además  se empedran y se rotulan las calles y se urbaniza la plaza principal[5] colocando farolas y asientos. La morfología urbana por la que se opta copia el modelo de Medina, una plaza central, la Alameda, de la que parten las más importantes vías del pueblo; San Juan, San Francisco, Calle Nueva (hoy Rafael Bernal), y calle Medina. La Alameda[6] será el elemento central de la estructura urbana y de la vida social del pueblo. Allí se ubicaba el cuartel de la Guardia Civil, la Iglesia, un bar y las casas de los grandes propietarios[7].  Las calles próximas a la Alameda también albergan las casas de mampostería de los propietarios, alternándose con las viviendas y negocios de los comerciantes y funcionarios. Las calles más próximas como la zona meridional de la calle Medina (en la actualidad Independencia),  Nueva (hoy llamada Rafael Bernal) o la calle San Juan fue el lugar donde se establecieron los comerciantes.

Pero este análisis del crecimiento urbano relacionando los  mejores inmuebles con la propiedad de la tierra estaría incompleto sino le añadimos un tercer elemento, el poder político. El gran propietario de la zona el marqués de Negrón también es el principal cacique de la zona, diputado provincial y presidente de la Diputación, miembro destacado del partido conservador, consensua sus distintos roles políticos con otros caciques de la zona como el marqués de Tamarón o el conde de Barbate. Ya tendremos ocasión de profundizar en él cuando lo estudiemos en una de las fichas individualizadas que le he dedicado.

La primera vez que el Ayuntamiento de Medina tiene que nombrar cargos específicos en Casas Viejas es en 1838, recayendo en Don Andrés Pérez Arebalo y Don Joaquín Portillo Jordán en forma de cabos de Justicia. El primero continuó y fue sustituido por  Vicente Jordán, ahora con el cargo de Comisarios, cuya principal función seguía siendo impedir y vigilar los asentamientos incontrolados en forma de chozas. A este le sucedería Bernardo Cozar Romero que estaría en el puesto hasta 1868 en el que al cargo se le denomino ya Alcalde de Barrio. En 1874 aparece Francisco Vela López en este caso como alcalde pedáneo prueba evidente de que las relaciones entre el mundo de la política y la economía eran conmutativas y de que sus funciones eran ya más importantes. La saga de los Vela mantendría su preminencia política hasta la transición democrática, con el paréntesis de la Segunda República. Pero si hay algo que escenifica este crecimiento urbano con sus connotaciones económicas, políticas y sociales fue la construcción de la Iglesia a partir de 1915. El 15 de septiembre de 1915 se coloca la primera piedra del futuro templo. Al acto acude el presidente de Diputación, marqués de Negrón, hijo de Josefa Pardo de Figueroa, la máxima impulsora de la iglesia. Don Salvador Hidalgo y Pardo de Figueroa, conocía bien el pueblo, había sido concejal y alcalde del Ayuntamiento de Medina. En su discurso Salvador Hidalgo[8] presenta la construcción de la Iglesia como un paso necesario para la consolidación del pueblo, para que una localidad pudiera tener la consideración de tal era necesario la existencia de este edificio religioso. Para que Casas Viejas entrara en la modernidad necesitaba una iglesia y su madre y otro grupo de potentados de la zona la iban a financiar. Tampoco faltaron las típicas promesas políticas para consolidar esta modernización, en concreto la construcción de un puente sobre el Barbate y la llegada del ferrocarril, ambas necesarias para terminar con el secular aislamiento y marginación de la población.

Por tanto la construcción de la iglesia se va a convertir en el acontecimiento central de la etapa, no sólo por lo que representa para el urbanismo y la consolidación del pueblo, sino también por la simbología que tienen los que coordinaron la obra y por el papel central que va a tener la Iglesia[9] en la historia contemporánea de Casas Viejas. De hecho, junto con las casas de los propietarios, es el único edificio que queda en la actual Benalup-Casas Viejas de principios del siglo XX.

Estas elites las podemos dividir a su vez en tres categorías. Por un lado los propietarios de las tierras, por otro los comerciantes y por último los funcionarios. En su momento vimos como los propietarios de las tierras se podían dividir a su vez en tres estratos;, los absentistas residentes fuera de la provincia que no participan en este proceso y los propietarios con residencia en la comarca o en la misma Casas Viejas. Van a ser estos grandes propietarios secundados y apoyados por los locales, en los que a veces se delega, los que intente crear un verdadero pueblo, con sus servicios y equipamientos correspondientes. Se trata de grandes propietarios con residencias en Vejer o Medina, pero también en Jerez o Sevilla que forman parte de esta oligarquía compuesta por la vieja nobleza reconvertida a propietaria agraria o burguesía alta agraria, que han sido los grandes vencedores de la desamortización. Ellos no llevan directamente sus explotaciones, sino que un encargado quien realiza esa función. En este grupo incluiríamos los donantes de la iglesia que aparecen en las basas de las columnas abocinadas y otros como el marqués de Tamarón, el duque de Medina Sidonia o familias latifundista como los de la Serna, Benítez, Sánchez, Arzugaray…

En cuanto al grupo de propietarios locales que van a dominar el escenario político y económico en Casas Viejas  están encabezados por lass familias Vela y Espina y seguidos a considerable distancia por otras como los hermanos Pérez Blanco, Muñoz Guerrero, Gutiérrez Romero…. Mintz hizo un perfecto estudio de ellos, investigando sobre su origen, su formación, su evolución y su significación.[10].

El apartado de pequeños y medianos propietarios abarcaba un amplio número en cantidad y calidad. Iban desde los medianos propietarios hasta los pastores y pegujaleros que arrendaban sus explotaciones. Al contrario que los grandes propietarios llevaban a cabo una explotación más intensiva de sus explotaciones, aunque tampoco necesitaban modernizarla pues la mano de obra era barata y abundante, pues la inmensa población de Casas Viejas era jornalera. Muchos tenían su origen en los repartos del siglo XIX pero progresivamente esta pequeña y mediana propiedad se va perdiendo al ser engullidas por los latifundios. Las relaciones con los jornaleros son más afables y continuas que las que tenían los latifundistas

En segundo lugar están los comerciantes. Viven en el centro del pueblo, próximos a la Alameda en casas de mampostería. La mayoría proceden de Medina, pero también de la sierra que al vender sus suertes emplearon el dinero obtenido en abrir un negocio. Los más comunes son las tiendas de bebidas, los comestibles y todo tipo de venta de productos y servicios. Debido al continuo trato y relación con los jornaleros es el sector del grupo privilegiado que mejores relaciones tienen con ellos, haciendo muchas veces de intermediarios entre ambos sectores. Las relaciones entre ambos son simbióticas ellos les prestan los productos que necesitan y que no pueden pagar en el instante de ser adquiridos, los jornaleros son la base del negocio de estos comerciantes. Cuando monetarizan sus labores en la recolección de verano o el carbón de invierno saldan sus deudas.

El tercer grupo es de los funcionarios. Médicos, maestros, policías municipales, cobradores de arbitrios, guardias civiles, carabineros…Tienen un origen foráneo, predominando el asidonense, pero muchos de ellos suelen echar raíces en esta tierra. Debido a su posición económica desahogada y  a grado de instrucción son los que más participan en política, siempre adscrito y en connivencia con los grandes propietarios, al menos hasta la llegada de la Segunda República. Tanto Antonio Vela como José Espina fueron médicos que abandonaron su profesión para dedicarse en exclusiva a la administración de sus explotaciones agrarias.

 

3.3.- Las clases populares

La consolidación y el gran crecimiento en el primer tercio del siglo XX está basado en la masiva llegada de jornaleros para atender los latifundios próximos. Ese crecimiento no se hizo de una forma desordenada, sino que se va a basar en asentamientos incontrolados e ilegales. Son las chozas que tanto persigue el Ayuntmaiento de Medina y que no puede acabar con ellas. El deseo del Ayuntamiento de Medina de eliminar las chozas aparece meridianamente claro muchos documentos[11]. Ya hemos visto que permite las casas de mampostería y pretender organizar el crecimiento urbano y prohibir las chozas. Tanto las condiciones económicas, como las condiciones políticas hicieron que esa prohibición cayera en agua de borrajas. Vimos como en la década de los años veinte el número de chozas aumento por cuatro, situándose por encima de las seiscientas. Prueba del incumplimiento es que en 1960 en Benalup de Sidonia había 348 alojamientos (chozas, casarones, cuevas...), mientras que casas de mampostería había 306. Será a finales de los setenta y principio de los ochenta cuando con la modernización definitiva de la zona desaparezcan definitivamente estas viviendas.

La dicotomía entre privilegiados y no privilegiados tenía una de sus expresiones más características en la vivienda. Para las clases populares la choza se convirtió en la forma más accesible, barata y rápida de conseguir un habitáculo. Si las casas de los propietarios se ubicaban en torno a la Alameda, las chozas lo hacía en torno a la Loma de las Grullas, la zona de transición entre la vega y la mesa. Así está clara la  estructura dual de las viviendas. Frente a las casas de mamposterías, estaban las chozas y los casarones. Estos se situaban en  la zona central de la pendiente, donde de una forma dispersa se fueron situando las chozas. Allá donde desde la Edad Moderna se encontraba la dehesa de las huertas. Su disposición era de una forma anárquica y dispersa, algunos caminos de tierra unían grupos de estas, no entre ellas, sino con la zona de la Alameda. En torno a esos caminos, se van a ir construyendo cuatro calles, que progresivamente irían tomando forma de tales. Muchas chozas estaban situadas en torno a un huerto y contemplaban habitáculos para los animales, imprescindibles en las tareas agrícolas y como complemento de su economía de subsistencia. En esta zona, el plano laberíntico actual de las calles nos indica las chozas primitivas que existieron y como la unión de unas con otras se hizo de forma lenta y desorganizada, apareciendo primero las viviendas y luego las vías urbanas. Hablamos de las calles Alta, Polavieja, Caballero, Miralrio, Calcetilla, Benalup y la parte septentrional de Medina y Nueva. 

Para mi blog hice un estudio de los censos de población de los años 1905, 1917 y 1932[12]

 

De los 790 censados que aparecen con oficio en el censo de 1917 690 están relacionados con el sector primario; es decir, un 87%  de la población activa lo hace en el campo (en el censo de 1905 el porcentaje subía al 94%). De ellos 655 están calificados como jornaleros, siete como agricultores (pequeños y medianos propietarios) y 12 como propietarios (grandes propietarios o arrendatarios). Los jornaleros representan el 83% de toda la población activa, lo que da una idea del problema agrario de la época, de la conflictividad laboral, social y política.

En cuanto a la distribución por calles, la mayoría de los jornaleros se sitúan en la parte septentrional de la Calle Nueva y Medina y en las calles Benalud, Caballero... Los grandes propietarios viven cerca de la Alameda, en ella o al principio de la calle San Elías, San Francisco, Medina o calle Nueva, lo que ahora es Doctor Rafael Bernal. Los oficios tradicionales han aumentado significativamente con respecto al censo de 1905. Por ejemplo tenemos 3 panaderos, 3 barberos, 3 herreros, 16 empleados públicos (Guardia civiles, carabineros y maestros por 3 que había en 1905), 10 carpinteros, 7 albañiles, 10 industriales (3 en 1905)... Las personas que trabajan en estos oficios se situan mayoritariamente en la calle San Juan, en la Alameda, en la calle Cuartel o en el inicio de la calle Alta, Medina y Nueva.  Mención especial hay que hacer a los tres oficios más característicos de la sociedad preindustrial benalupense; los zapateros, que han pasado de 12 a 24, los hortelanos de 10 a 12 y los molineros que han bajado de 18 a 13. Los 24 zapateros constituyen el segundo oficio después de los jornaleros. Parece que el asfixiante latifundismo de la zona posibilitaba la existencia de tantos zapateros, un oficio que permitía cierta libertad y no dependía de los caprichos del tiempo y de los grandes propietarios. Los zapateros tomaban las medidas, preparaban moldes, cortaban el cuero, daban la forma, ponían las suelas... y además vendían sus propios productos, en su taller o en pueblos cercanos.

El segundo oficio son los hortelanos. Dice Mintz en Los anarquistas de Casas Viejas: "Los hortelanos conocían la estación y característica de cada planta que sembraban, el arte de injertar la naranja dulce en el naranjo amargo más robusto y el método de irrigar terrenos desnivelados para poder regar todas las partes de la huerta por un igual. Estas eran las viejas artes agrícolas que habían sido transmitidas de generación en generación desde la época de los árabes. A causa de sus habilidades y porque surcaban la tierra con la pesada azada en vez de con el arado, los hortelanos cobraban un salario ligeramente más alto que los campesinos".  El tercer oficio característico del mundo antiguo benalupense es el de molinero. El acuifero y los saltos que origina el relieve en cuesta propiciado por la transición de la mesa al valle del Barbate originan estos molineros maquileros que hunden sus raíces en el mundo musulmán. Podemos concluir que el excesivo peso por un lado de los jornaleros en la estructura profesional y la llamativa presencia de muchos molineros, zapateros y hortelanos son los dos rasgos más característicos de las profesiones de esta época y que van a continuar hasta que todo esto cambie en los años sesenta con la crisis de la agricultura tradicional.

No obstante, la originalidad de estos tres oficios, el panorama laboral estaba dominado por los jornaleros. Trabajadores que vivían en muy malas condiciones y que van a protagonizar la conflictividad laboral y política característica del primer tercio del siglo XX.

Concluyo este apartado insistiendo en que si durante la segunda mitad del siglo XIX el nacimiento de Casas Viejas se hizo con la oposición del Ayuntamiento de Medina, en el primer tercio va a intentar organizarlo y dirigirlo, pero no lo consigue porque las chozas siguieron siendo la vivienda habitual de la mayoría de la población y este habitáculo pretendían prohibirlo desde Medina. Por otra parte, esta consolidación y crecimiento se hace en base a un dualismo urbano, social, político y económico que lo marca enormemente. Por un lado los que tenían la propiedad y el poder, por otro los que solo poseían sus manos para trabajar. Estos segundos eran una amplía mayoría, frente a la minoría que representaban los privilegiados. Por otra parte, la clase media fue casi inexistente. En este contexto me gustaría señalar que en  1913 se “descubren” las pinturas rupestres del Tajo de las Figuras y la aldea de Casas Viejas aparece por primera vez de una forma sistematizada en los medios de comunicación. Estos además de los aspectos técnicos de las pinturas hablan de las formas de vida casi neolíticas que se conservan por la zona. Un año después se crea el primer sindicato obrero, de inspiración anarquista y bajo el liderazgo de José Olmo que había sido forzado a trasladarse a Casas Viejas de Medina por el Marqués de Negrón (“El Tigre”) y sus hombres. Al año siguiente, la madre de este, Josefa Pardo de Figueroa, con la ayuda de otros terratenientes le da forma definitiva al pueblo transformando la vieja ermita del siglo XV en una iglesia. Pero como se financia de forma privada, sin la intervención directa del estado, habrá que esperar hasta junio de 1933 para que se inaugure. Curiosamente, o no, unos meses después, como pasará en 1915, de que se hubiera cerrado y prohibido el sindicato anarquista. Me parece que el paralelismo que se puede establecer entre el devenir histórico del sindicato anarquista de Casas Viejas (que abordaré en otro apartado) y la construcción de la iglesia es un ejemplo paradigmático de esa dicotomía y dualismo que caracteriza la sociedad casaviejeña del primer tercio del siglo XX. Otro ejemplo más de ese enfrentamiento entre las concepciones idealistas y pragmáticas que venían dándose desde el siglo XIX.

 

Así una población surgida de un poblamiento de aluvión, al hilo de un crecimiento demográfico exponencial motivado por las inmigraciones de sopacas y jornaleros asidonenses atraídos por los latifundios que se formaron al hilo de subastas y repartos , dependiente de Medina Sidonia de la que se encontraba muy lejos y tenía unas relaciones complejas y difíciles, y con más de tres mil ochocientos habitantes, si hacemos caso a Suárez Orellana, se caracterizaba por la penuria e insuficiencia en los servicios que ofrecía a sus moradores, así como en los deficientes equipamientos e infraestructuras. Si todo el campo español se caracterizaba por eso, en las poblaciones surgidas al hilo del latifundismo, donde la marginación y el aislamiento eran la moneda de cambio estas características se agudizaba. Pero no olvidemos que la situación de esta población no sólo se debe a la dependencia política de Medina, sino que ello es inseparable con el problema de la estructura de la propiedad de la tierra.

 

4.- La falta de equipamientos e infraestructuras

Me parece que no hay mejor manera para estudiar la situación del pueblo en cuanto a servicios y equipamientos que analizar un artículo de José Suárez Orellana que publicó en la prensa socialista gaditana[13]. Como el artículo es de mayo de 1932 nos sirve para que nos hagamos una idea clara y nítida de la situación de la población. No obstante, hay que matizar que Suárez Orellana acaba de dimitir por sus desavenencias con el alcalde Ángel Luis Butrón Linares. Es esa disputa política entre socialista y radicales, entre Medina y Casas Viejas la que nos contextualiza el texto. Los primeros párrafos no pueden ser más significativos, son una introducción en la que Suárez Orellana acusa de caciquismo y connivencia al partido radical con los propietarios y los anarquistas y como la situación de dependencia política hacia Medina hace que Casas Viejas tenga unos servicios urbanos de ínfima calidad: “Pueblos donde ha llegado la República y sigue imperando el caciquismo. El pueblo de Casas viejas, con más de tres mil habitantes y ochocientos electores declarados por el último Censo, está considerado como un barrio de Medina Sidonia, a pesar de sus veinte kilómetros de extensión…”

Luego pasa a describir pormenorizadamente cada uno de los deficientes equipamientos y servicios con los que cuenta la población. El primer lugar el para el cementerio. “Me encuentro con un cementerio eclesiástico de pésimas condiciones, enclavado al nivel de las casas y percibiéndose los olores fétidos que hacen imposible la vida a los habitantes de Casas Viejas, pues en dicho cementerio han de practicarse las autopsias en el mismo suelo, por carecerse hasta del más rústico medio” En 1873 los vecinos de Casas Viejas envían un memorándum al Ayuntamiento de Medina solicitando que concedan una nueva ubicación para el cementerio, pues el existente anexo a la ermita se ha quedado saturado, sobre todo a partir de que el Monasterio del Cuervo cerrará  y los muertos de la sierra se enterraran en Casas Viejas. En 1874 se inaugura este cementerio del Cañuelo al que se refiere Suárez Orellana, pero pronto se va a ver superado, tanto por el número de enterramientos, pero sobre todo, porque la rápida expansión del casco urbano en esta época hace que las casas los sobrepasen y por tanto sea insalubre para sus habitantes. [14]

El segundo elemento urbano en el que se detiene Suárez Orellana es en el estado de las calles: “El mayor número de las calles están sin emprender, y las aguas residuales de limpiezas han de pasar necesariamente por ellas. En las mismas arrojan los vecinos las basuras, dándole el aspecto al pueblo de un muladar, altamente atentatorio contra la salud pública” De nuevo Suárez Orellana denuncia que las deficiencias en estas infraestructuras, al igual que con el cementerio, es atentatorio contra la salud pública de los casaviejeños. Las madronas que había en esta población hasta los años setenta no están urbanizadas sino que son corrientes de agua sin cubrir por donde circulaban el agua de las fuentes y las aguas negras. Se les conocía con el nombre de madronas, palabra que etimológicamente significa cloaca madre o maestra.  El afloramiento de agua en fuentes y manantiales y su respectiva comunicación permite estos dos aprovechamientos tradicionales y  más representativos; las huertas y los molinos[15]

 

Parece ser que su origen es musulmán, ya que la red que formaban ponían en relación los distintos molinos maquileros que había en el pueblo, para desembocar luego en las huertas en las que ellos aplicaron sus sistemas de regadío que implantaron en Europa en la Edad Media. [16]Pero además de este uso agrario e industrial la gente los utilizaba para suplir el alcantarillado que no poseía el pueblo, utilizándolo con uso mixto, como evacuador de las aguas negras y de las de los manantiales, en un contexto donde las medidas higiénicas y sanitarias no tenían ninguna significación. Para el adecentamiento de calles y madronas habrá que esperar a finales de los años setenta del siglo pasado para que se produzca. [17]

El tercer elemento que critica Suárez Orellana es la carencia de servicios adecuados. Así se puede leer: “ Se carece de plazas de abastos, basurero y matadero; y la matanza se realiza en medio de la calle, en igual forma que en cualquier tribu marroquí, a pesar de que se sacrifican más de cien cerdos diariamente, cifra muy exagerada. Existe un solo médico para todos los habitantes; no existe farmacia; hay dos escuelas nacionales, con capacidad para veinte niños y donde se alojan sesenta, quedando, a pesar de esta apretura antihigiénica y perjudicial, numerosos niños sin poder recibir la más elemental instrucción”. El origen de la plaza hay que buscarlo en 1929 cuando el ayuntamiento de Medina compra a los vecinos los solares que hoy la componen. En las fotos de los Sucesos de 1933 ya se ve la plaza de abastos funcionando, aunque sin instalaciones fijas, al aire libre, por eso Suárez afirma que no hay plaza de abastos. En 1943 se construyeron las oficinas municipales y el matadero.  Y en 1963 se realizan las últimas grandes obras en la Plaza de Abastos, con cuyo aspecto va a llegar hasta 1975 en que asistimos a su desaparición como tal. En cuanto al matadero habrá que esperar a 1943 para que se construya[18]. La única plaza de médico existente se creó en 1873. Es significativo el discurso en el homenaje por su jubilación de Manuel Martínez Becerra, en el que habla de las condiciones sanitarias de 1942[19]. Eran muy parecidas a las de los años treinta y también a la de los años sesenta. Para la concesión de una farmacia habrá que esperar al 28 de marzo de 1962. Lo mismo ocurre con la educación. En este caso las dos primeras plazas y escuelas se crean en la tardía fecha de 1923. Aunque habrá que esperar a finales de los sesenta para que se construya el colegio público Padre Muriel y a 1987 el Tajo de las Figuras, que al mismo tiempo fue el embrión del actual Instituto de Enseñanza Secundaria “Casas Viejas”.

En cuarto lugar, Suárez Orellana centra sus denuncias en los insuficientes funcionarios municipales con los que cuenta Casas Viejas. “En cuanto a policía urbana, existen dos guardias municipales: uno que a su vez hace el servicio de teléfono y otro, con más de ochenta años, que presta servicio y que debiera estar ya retirado, dado su edad y la imposibilidad de ejecutar un servicio donde la agilidad es condición indispensable. Todos los empleos de Consumo restan servicio permanente, a pesar de las leyes sociales en vigor”. Como en el resto de los servicios la plantilla de funcionarios municipales no aumentó significativamente hasta la llegada de la transición democrática, y sobre todo, con la consecución de la Segregación en 1991.[20]

Por último, pone su atención en la ausencia de juzgado y sobre todo en el hecho de los prejuicios que supone para los administrados tener la administración tan lejos: “Se carece de Juzgado municipal, y para abonar la contribución se ha de ir forzosamente a Medina Sidonia, pues hay individuos que han de gastar más en el viaje que cantidad tiene que satisfacer como tributo, con perjuicio de los contribuyentes, que en su mayoría carecen de bienes de fortuna”. 

Esta dependencia política que generaba falta de servicios, equipamientos e infraestructura para los ciudadanos es utilizada otras veces por Suárez Orellana para argumentarla como causa de los Sucesos. Así por ejemplo lo hizo en el informe que escribió a raíz de estos o en las declaraciones al Noticiero Gaditano[21] después de ellos. O en la carta que escribió al Periódico Luz[22] en el que además de repetir los argumentos ya estudiados añade unas comparaciones con Medina significativas: “El Ayuntamiento de Medina Sidonia concedía a un pueblo que está compuesto todo de obreros muy pobres veinte pesetas mensuales para los enfermos y cincuenta para medicinas, mientras en Medina se gastaban y se gastan cantidades fabulosas… Casas Viejas no tiene ningún barrendero. Medina Sidonia, cinco

Otros como Miguel Pérez Cordón, periodista anarquista de Paterna y que había vivido en Casas Viejas cuando niño también denuncia la situación de dependencia política, pero, muy acertadamente, relacionándola con el contexto económico y cultural de la época y de la zona[23] 

Al igual que Suárez Orellana en la Segunda República, durante el franquismo el grupo de los educados formado por funcionarios y propietarios reivindican la segregación de Casas Viejas de Medina Sidonia. Sin embargo, los jornaleros, la mayoría de la población, no se sentía atraída por esas ideas municipalistas. Lo explica muy bien Mintz, argumentado que los campesinos identificaban sus problemas económicos y vitales con cualquier tipo de gobierno, por lo que la solución no era independizarse de Medina, sino del poder[24]. También Gerald Brey y Jacques Maurice ponen en relación la extensión  del anarquismo en la zona y en la época con el hecho de que las desamortizaciones no resolvieran el problema de la estructura de la propiedad. Para ello es el gobierno el culpable de la gran propiedad que los oprime. Por tanto, su solución pasa por la destrucción de todo tipo de gobierno. Sobre ello profundizaré en próximos capítulos.

5.- Las relaciones con Medina Sidonia

En este último apartado dentro del capítulo de la dependencia política me voy a detener en algunas cuestiones de toponimia que nos ayudarán a arrojar claridad sobre este complejo tema de las causas políticas y su relación con los Sucesos de Casas Viejas. El sitio de Casas Viejas aparece en la Edad Moderna como un junto de casas o caserío o pago que en el imaginario popular triunfa el topónimo de Casas Viejas. Ante el inexorable aumento de la población en el siglo XIX en un primer momento el Ayuntamiento reacciona intentando negar la mayor[25] y no permitir la creación de una localidad que le pueda restar término municipal y privar a su oligarquía ganadera de buenos pastos. Si en 1866 desde el Ayuntamiento intenta argumentar que más que una aldea es un caserío, para restarle importancia administrativa y demográfica en 1872 oficialmente se opta cambiar oficialmente la denominación de pago de Casas Viejas por la de Aldea de Casas Viejas. Con ello se reconoce la entidad demográfica y urbana de una población que pasaba los setecientos habitantes. La transformación de pago en aldea nos indica que ya estamos ante una entidad de población con más peso, estable y concentrada. Durante la mayor parte del siglo siguiente es la denominación de Aldea de Casas Viejas la que se impone, aunque hay quien se extrañe de que con el peso demográfico que tiene se le siga llamando de esa forma[26]. Esta denominación de "aldea" va a perdurar hasta bien entrada la década de los sesenta que fue sustituida progresivamente por la de "barrio"o "pedanía". Llama la atención que tal denominación persista tanto tiempo, sobre todo, cuando coincide por ejemplo, como ocurre en el acta capitular de 28 de marzo de 1962 con afirmaciones como que posee "más de 5.000 habitantes". Téngase en cuenta que en Argentina, Portugal o Francia se considera "ciudad" a una población con más de 2.000 habitantes y en EEUU o Tailandia con más de 2.500. Casas Viejas va a ser aldea en 1872 con menos de mil habitantes, en  1910 que tiene 1260 habitantes o en 1930 que son ya 1850 o más de tres mil según Suárez, dependiendo de si tienen en cuenta el denominado campo de Casas Viejas o en la década de los sesenta. Para entender ello tenemos que profundizar en el concepto de aldea. Así se entiende este vocablo como un pequeño agrupamiento de edificaciones que no tiene jurisdicción propia, sino que depende de la villa o ciudad en cuyo territorio se encuentra establecido. Por ello en los documentos oficiales del Ayuntamiento de Medina Sidonia aparecía constantemente el término de "Aldea de Casas Viejas" o "Aldea de Benalup de Sidonia" ya en el franquismo. Como confirmación definitiva de esta hipótesis puedo dar el dato que en 1938 la aldea de Barbate de Vejer de la Frontera tenía 10.060 habitantes y que tras la intervención decisiva de su oligarquía a favor del bando golpista cambio la denominación por la de municipio de Barbate de Franco al conseguir la segregación.

Lo mismo ocurre con el cambio de denominación en las dos dictaduras, la de Primo de Rivera y de Franco, cuando unas veces con argumentos históricos y otros políticos se le cambia el nombre de Casas Viejas por el de Benalup de Sidonia. En ambas ocasiones seguro que influyó el deseo de la oligarquía asidonense de que en el topónimo quedase claro a quien pertenecía Benalup


[1] Una de las muchas polémicas en torno a Casas Viejas estriba en el número de habitantes. Desde su creación hasta 1991 que consigue la segregación, el número varía según las fuentes, los intereses y el origen. Desde Medina se minimizan y para ello tienden a considerarse solo los del núcleo urbano, desde Casas Viejas se maximizan y consideran como distrito demográfico lo que pronto se denomina campo de Casas Viejas, que incluye la Sierra y las mesas. En este sentido en la época de los Sucesos hay quien cifró la población en 1200 personas y otros en más de 3800.  En una crónica aparecida en el Diario de Cádiz, el 11 de septiembre de 1915, con motivo de la celebración de la primera piedra de la iglesia, el periodista daba la cifra de tres mil como el número de habitantes que tenía el pueblo. La misma que decía 17 años después José Suárez Orellana en su famoso artículo sobre las pésimas condiciones del pueblo. Por otro lado, tanto el periódico El Sol como La Tierra coinciden en que la población de Casas Viejas en 1933 era de 1.200 personas, posiblemente consultando fuentes asidonenses. Gerard Brey y Jacques Maurice defienden en su libro sobre los Sucesos que en 1930 la población era de 1843 habitantes, basándose en fuentes del padrón oficial. En un oficio del jefe provincial de Estadística dirigido al alcalde con fecha de 13 de febrero de 1931 dice: “mientras en el  año 1920 figuraba con 172 edificios y albergues y una población de hecho de 2397 habitantes y en el de 1930 aparece con 663 edificios y albergues y una población de 1843 habitantes, dándose el caso extraordinario de que a un gran aumento de edificios y albergues corresponda una considerable disminución de la población”. Es decir, de 1920 a 1930 Casas Viejas había multiplicado por cuatro el número de viviendas, mientras que había perdido unos quinientos habitantes. Este escrito me inclina a pensar que la población sobrepasaba los tres mil habitantes en 1933 siempre que se considerará como campo de estudio el denominado campo de Casas Viejas, como después se impondrá también a nivel oficial estadístico.

 

[2] José Suárez Orellana. Artículo publicado en el periódico El Pueblo el 26-08-1932

[3] El alcalde de Medina en un escrito de fecha de 21 de febrero de 1933 responde“ que el aumento de edificios y albergues de la repetida entidad Casas Viejas en relación al número que arroja el Nomenclátor de 1920 lo constituye principalmente y en mayoría, chozas de castañuelas, cuya construcción es sumamente económica por ser hechas por los mismos individuos que la habitan, albergues estos, que lo utilizan unas veces como cohabitación y otras lo destina para animales domésticos exclusivamente. Salud y República”.

 

[4] En el acta capitular de fecha 21-10-1912 se dice: "Siendo la Aldea de Casas Viejas un núcleo de población importante, con calles, plazas y muros de mampostería en la casi totalidad de los edificios urbanos y debiendo procurar que desaparezcan los obstáculos que dificultan el paso por la vía pública o afeen el ornato público y que las nuevas construcciones se acomoden a las reglas de alineación y arquitectura que se observa en las poblaciones”.

 

[5] En un acta capitular del ayuntamiento de Medina de 27-10-1900 podemos leer sobre la primera remodelación urbanística de esta plaza: "Así mismo acordó S.E. empedrar el pavimento que circunvala al paseo establecido en la Plaza de la Constitución de la Aldea de Casas Viejas". AMMS

[6] Ya hemos visto que en época de la Restauración se llamó esta plaza oficialmente con el nombre de Constitución, en tiempos de la Segunda República se le denomina plaza de la República, para pasar a ser en el franquismo plaza de Nuestra Señora del Socorro, que es el nombre oficial que tiene en la actualidad. No obstante, siempre desde que se construyó hasta la actualidad popularmente se le ha denominado como Alameda.

[7] Al oeste José Vela Morales, incluidas apropiaciones indebidas, se hizo con todo el solar que cierra la plaza por ese flanco. Luego vendería la casa a Manuel Sánchez y Juan Pérez Blanco. Al Sur, el solar sería de Francisco Vela López, el fundador de la saga familiar de los Vela. El solar que va desde la derecha de la actual calle San Francisco hasta la derecha de la calle San Elías y que por el sur llegan hasta la calle Clavel fue adquirido por  él. La parcela  de  la derecha se la regaló a su hija Nicolasa, donde la familia Espina establecería su gran casa y la de la izquierda a su hijo Antonio Vela Pérez-Blanco, que luego pasaría a la hija de este, Nicolasa Vela Morales. En la parcela por encima de la de su hijo Antonio y que daba directamente a la Alameda estableció una especie de oficina que era utilizada cuando tenía que despachar en “la aldea”. Aquí luego los Espina construirían otra casa, que pasaría posteriormente al veterinario y alcalde pedáneo José Romero. Estos dos solares uno enfrente de otro van a servir para la base de las grandes propiedades urbanas de la familia Vela y Espina. Después sus nietos  ampliarán comprando el huerto de Cantalejo (actuales jardines) para Nicolasa la fábrica de la luz (José Vela), las dos de Rafael Bernal para Juan Vela Morales (hoy restaurante Fábrica de la luz y la que hay al norte), además de bastantes propiedades urbanas más, hasta el punto de que una buena parte del casco antiguo pertenece a esta saga familiar, cuyo origen es Francisco Vela López. El flanco oriental se reservó para la Iglesia, que era donde se encontraba la ermita que citan las fuentes en 1555 y el flanco septentrional lo compró José Cantalejo, propietario y concejal asidonense, que al emigrar a América a principios de siglo le traspasó la propiedad a Antonio Alcántara Serrano.

[8] Correo de Cádiz 17-09-1915, crónica sobre la colocación de la primera piedra: “Acto seguido el Excmo. Sr. Marqués de Negrón, Hidalgo Pardo de Figueroa explicó lo maravillado que estaba al ver resurgir a la Aldea, la cual con pasos agigantados ensanchaba sus límites y dejaba la vetusta choza por la morada del sillar y por la solidez del edificio. Ya la Aldea tenía edificios, ya tenía casas, ya había calles, plaza pública y de ese resurgir tenía que ser grande, porque a ello se prestaban sus moradores. Se trata de edificar una Iglesia decorosa y en harmonía con la población, no dudando que sería un  hecho en un espacio de tiempo relativamente corto. Mañana, tendréis un puente sobre el río Barbate, el cual no dejará aislado a toda es masa de población habita en la orilla opuesta sobre esos valles y cordilleras de montañas poco después de empezadas las grandes lluvias. Otro día no muy lejano veréis la feraz locomotora cruzar vuestra hermosa vega, ya sea que pase por esta el ferrocarril estratégico o por que se tienda un ramal mediante el cual puedan salir vuestros productos con grandes ventajas al exterior”

 

[9] "En los pueblos pequeños la sombra de la iglesia llegaba a todas las casas. Los ritos y doctrinas católicos penetraban en la vida cotidiana: el saludo diario (¡Vaya con Dios!); el calendario; las misas; y una miríada de costumbres sociales ofrecían homenaje a Dios, la Iglesia y el cura. La Iglesia controlaba la educación: establecía las normas de conciencia y de conducta, ordenaba los ritos y archivaba las partidas de nacimiento, los certificados de boda y de defunción. La asistencia a misa y la actitud frente a la Iglesia señalaban alianzas de clase social e indicaban el grado de conformidad social...Los hombres y mujeres de clase social media y alta (terratenientes, funcionarios y muchos dueños de tiendas de clase media), los que trabajaban para ellos (los capataces de los cortijos vecinos y los dependientes de las tiendas) y los defensores del orden social (el guardia civil y los carabineros) asistían a Misa los sábado por la tarde y los domingos por la mañana" Jerome Mint. Los anarquistas de Casas Viejas. Página 85

[10] Jerome Mintz. Los anarquistas de Casas Viejas. Páginas 57-61

[11] [11] En el acta capitular de fecha 21-10-1912 se puede leer: "El Ayuntamiento acordó: primero: Prohibir en lo sucesivo la construcción de chozas o casas de casarón y castañuela en la Aldea de Casas Viejas y permitir solo las de mampostería con arreglo a los planos que previamente presentará el interesado a la aprobación del Ayuntamiento. Segundo: Prohibir asimismo en lo sucesivo que toda finca enclavada dentro del perímetro de la Aldea de Casas Viejas tenga cercado de vallados con pitas o tunas y permitir únicamente que sean cerradas de mampostería, sujetándose a la alineación que deba observar para que la vía pública que limite con la finca contenga la capacidad y condiciones necesarias para el tránsito; y Tercero: ordenar a todos los dueños de fincas cercadas de vallados existentes en la actualidad que las limpien y separen de éstas, se verifiquen de modo que desaparezcan todas las ramas, pitas o madera que dificulte o moleste el tránsito o afee el ornato público, así como también para que las cercas tengan la alineación correspondiente y aprobada la firman los señores…" AMMS

[12] www.historiacasasviejas.blogspot.com

[13] José Suárez Orellana. Periódico El Pueblo. 26-08-1932

[14] En la etapa del Frente Popular, Suárez Orellana vuelve a ser concejal y consigue secularizar el cementerio consiguiendo aprobar un proyecto para hacer uno nuevo donde está en la actualidad, lejos del casco urbano. No obstante, la Guerra paralizó el proyecto, el cementerio pasó a titularidad pública y habría que esperar hasta 1978 para que se trasladara a los terrenos previstos.

[15] Mintz lo explica así: “En Casas Viejas, el agua que fluía a través del pueblo era compartida por molineros y hortelanos. Primero era empleada en los molinos para accionar las ruedas. Luego pasaba por debajo del pueblo para llegar a una sección de huertas, donde servía para irrigación por turnos".

[16] Se trata de molinos harineros que se sitúan en el borde meridional de la mesa para aprovechar la energía de los saltos de agua para producir harina. En esa época en esta zona no había poblamiento concertado, sino disperso. En Casas Viejas hubo cinco molinos de origen árabe. El primero se situaba en donde hoy está la oficina de Banesto, el segundo en la calle Capataz, el tercero en Agadir, el de Chinchorro, y los más meridionales de la familia Luna.

[17] En un informe que redacta el maestro Ángel Guillén en marzo de 1963 al gobernador civil sobre la situación del pueblo  se lee: “Excepto tres calles que están pavimentadas y alcantarilladas, las demás son terrizas sufriendo constantes desperfectos por erosión a consecuencias de las lluvias… Las aguas sobrantes de los manantiales pasan al descubierto por varias calles, siendo utilizadas por el vecindario como alcantarillado al carecer de éste en la mayor parte de las misma, vertiendo en ellas las aguas sucias y deyecciones con el consiguiente perjuicio para la higiene y salud pública, ya que estas aguas utilizadas antes para el movimiento de molinos son empleadas en la actualidad para el riego de numerosas huertas”.

 

[18] En las actas capitulares del 26 de junio de 1943 se puede leer: Fueron solemnemente bendecidos los nuevos locales habilitados en Benalup de Sidonia para Casa Municipal, Matadero y Mercado con asistencia de las Autoridades provinciales y locales.”

[19]El empobrecimiento general hacía más difícil e ingrato el ejercicio de la medicina al aumentar la mortalidad. Es obvio que las gentes más modestas sufrieron más las carencias alimenticias, apareciendo en ellas el edema del hambre, la hinchazón…El paludismo que aquí era uno de los focos endémicos de España por las condiciones climatológicas, su cercanía a la Laguna de la Janda y las charcas en estiaje del río Barbate, ahora, por la guerra, aumentó, afectando y de forma grave a la mayor parte de la población…Las enfermedades de la piel, parasitarias, piojos y sarna sobre todo, exigían cuidados asiduos e intensos. No había los detergentes de hoy ni habían inventado el DDT. El jabón muy valioso en aquellos tiempos, faltaba o escaseaba mucho. Y éste era el panorama médico sanitario del pueblo, la entonces miserable aldea de Casas Viejas y del pueblo, además de otros muchos que sería largo de enumerar”. Discurso del doctor Manuel Martínez Becerra en su homenaje con motivo de su jubilación.1-11-1981

[20] "No posee más empleados dependientes del municipio que tres cobradores de arbitrios, cuatro municipales (dos nocturnos y dos diurnos) y un barrendero; y en las oficinas de administración de arbitrios, un recaudador, un Delegado de Alcaldía y un Auxiliar de oficina”. Informe de Ángel Guillén. Marzo 1963 

[21] El 14 de enero de 1933 José María Fernández, en el noticiero gaditano, publica un reportaje sobre la tragedia. En este mismo periódico reconoce que sus fuentes principales fueron José Suárez Orellana y Francisco Fernández de la Vega. Además de las causas coyunturales, se habla de La Yeguada, una finca sin cultivar y de Medina. “Casas Viejas y Medina. La primera quiere independizarse. No están conformes sus vecinos con que Medina recaude para que en una pequeña cuantía le devuelvan en alguna obra que como la de la Plaza de Abastos deje mucho que desear técnica y administrativamente, a juicio de aquellos sufridos vecinos. Las aguas, por ejemplo, nacen de debajo de un estercolero algunas de las que se beben, produciendo bastante tifus, y a pesar de ello- dicen los vecinos- nada hace Medina por evitarlo, limitándose a recaudar y recaudar”.

 

[22] Periódico Luz. Carta al director de José Suárez Orellana. 1-2-1933

[23] “ ¿Casas Viejas! La aldehuela ignorada. Aldea, que ya otra vez vio a sus hijos muertos ignominiosamente a manos de caciques. Que vio como le fue destruido otro sindicato antes de la dictadura. Que vivió siempre su perenne tutela de Medina Sidonia, convertido en feudo que jamás se acordará de aquellos hombres que se debatieron siempre en la mayor miseria, en la abyecta incultura”. Recogido en el libro de José Luis Gutiérrez Molina Casas Viejas. Del crimen a la esperanza

[24]La mayoría de los campesinos se movían en una dirección completamente diferente. Para ellos, cualquier tipo de gobierno había demostrado ser opresivo e innecesario. Se podía servir mejor a los campesinos eliminando todo tipo de gobierno". Jerome Mintz. Coplas de Carnaval y sociedad gaditana. Edita Brezo y Castañuela. Benalup-Casas Viejas 2008

[25] Cabildo de 23-4-1963: "considerando que el Caserío de Casas Viejas lejos de tener la importancia de una aldea es una reunión de vecindarios”. AMMS

[26] El 26-4-1933 se puede leer en el Noticiero Gaditano “En la aldea de Casas Viejas, que dicho sea de paso, hace años que ha debido de dejar de ser aldea, porque por su caserío y su vecindario, es mucho más importante que muchísimas villas…”En el libro de Tano Ramos el Caso de Casas Viejas se puede leer: “A mucha gente, especialmente a la del norte de España, le sorprenderá que a una localidad con ese número de vecinos le llamasen aldea los medios de comunicación de la época. Pero esa denominación no aludía, obviamente, a la demografía sino al aspecto rural del pueblo”.